Pilar López

1952-1961

Tras tomar lecciones de Manolo Vargas, primer bailarín de la compañía de Pilar López, Pilar me llama a Madrid y enseguida me contrata, haciéndome el año siguiente primer bailarín de su compañía, donde interpreté buena parte de su extenso repertorio. Fue ella la que me puso el nombre artístico de Gades. Era una ocasión inesperada y mi vida cambió de horizonte. Allí mismo me fue dando clases y poniendo coreografías, y así fui aprendiendo. Por espacio de nueve años recorrí los principales teatros del mundo, primero como miembro del cuerpo de baile de Pilar y luego como primer bailarín.

Con Pilar aprendí el comportamiento de un profesional de la danza, dentro y fuera del escenario. Aprendí primero la ética profesional de la danza, antes que la estética. La primera lección que me dio fue de humildad. Un día, al final del espectáculo, entre los aplausos, hice un gesto como queriendo compartir el triunfo con el director de orquesta. Y cuando salí del escenario esperaba que Pilar me felicitara, y lo que me dijo fue: “no vuelva usted a echarle la culpa a nadie”.

En la primera gira al extranjero fuimos a Caracas. Yo creía que eso no era el extranjero ni nada, porque hablaban en español. Fue en el Teatro del Este, considerado entonces como el más moderno de América. Y recuerdo también un viaje a Japón en un barco, desde Marsella a Yokohama, 34 días para ir, 15 de trabajo y 33 para volver.

Realmente aun no tenía decidido mi futuro. Fue en 1954 que yo me aficioné al toreo. Participé en una corrida en traje de luces, pero no maté ningún toro. Yo era el suplente. Pilar López me aconsejó que lo dejara. Todo se podría terminar por un golpe de cuerno y corría el riesgo de no poder ni bailar ni ser torero. La coreografía y la tauromaquia son dos artes comparables por su estética, el color, el ritmo, pero con la diferencia de que en el segundo caso, uno se juega la vida.

    En 1957 bailé en la Arena de Verona con Pilar López mi primera “Carmen” de Bizet. Del repertorio de Pilar López entre otras obras bailé Pepita Jiménez (homenaje a La Argentinita), el Preludio Español de Gombáu, una paso a cuatro con Pilar López, Paco de Alba y Alberto Lorca, “Tres escenas andaluzas”, la nº 2: Ritmos de Cádiz y la nº 3: Guajira Colonial. También bailaba un solo, la Danza del Chivato de Pittaluga, mi primer solo en la compañía de Pilar. El paso a dos con Nana Lorca sobre la danza nº 5, Castilla, de la Suite Española de Gombáu, y la nº 8. Aragón, con Pilar López y todo el elenco. De Chueca bailábamos varios números de “Agua, azucarillos y aguardiente”, el nº 1. Barquilleros y aguadoras y la nº 4. La Bronca, ambas con Nana Lorca y Alicia Díaz y Paco de Alba, y la nº 5. Pasacalle final, con todo el elenco. Hacía también, en el Baile y cante por caracoles, el nº 4. La castañera, un paso a cuatro con María Dolores, Mari Carmen Martínez y Pilar Parra, el nº 6. Café de la Unión, un paso a tres Dorita Ruíz y Paco Carmona, y el nº 7. Baile y cante por caracoles, con Pilar López y todo el elenco. Hice mi primer Amor brujo de Manuel de Falla en el papel de El Espectro, así como la Fantasía goyesca de Enrique Granados, el nº 1. Majos y duquesas, paso a cuatro con Pilar López, Nana Lorca, y Vicente Romero, el paso a dos Fandango del Candil con Nana Lorca, el nº 5. La Maja y el ruiseñor con Pilar López y Alberto Lorca. el paso a dos nº 8. Jota aragonesa con Pilar López y el nº 10. Jota Final con Pilar López y todo el elenco. Hacíamos también el Intermedio de “La Revoltosa” con todo el elenco, y El Café de Chinitas, que hacíamos Alfonso Vargas y yo. Bailé también el Concierto de Aranjuez de Joaquín Rodrigo. El segundo movimiento, La Noche, y el tercer movimiento, El Día, ambos con todo elenco. Hacía también un paso a dos con Dorita Ruiz titulado L’Espagnolade con música de Ernesto Halffter, y en Flamencos del Perchel de Soirt, donde bailaba con Pilar López, Paco Carmona y la guitarra de Ricardo Modrego. También hicimos algunos Preludios e imágenes de Claude Debussy, el nº 1. Serenade Interrompue donde hacía un solo, el nº 3. Tocata, un paso a cuatro donde había dos bailarinas Clásicas, Nana Lorca y Alicia Díaz, y dos Flamencos, Salvador de Castro y yo. Y el nº 5, Jardins sons la pluie, con todo el elenco. Con Pilar bailé mi primer Bolero de Maurice Ravel con arreglo de Branca, junto a Pilar López, Nana Lórca, Dorita Ruiz, Paco de Alba y Salvador de Castro. Así mismo hicimos el Baile de las siete batas con todo el elenco, que constaba de Chuflillas de Cai, Chuflillas del Puerto y Chuflillas de Jerez.

    Con Pilar realicé mi primera coreografía titulada “Ensueño”, sobre la obra de Joaquín Turina del mismo título (Danza Fantástica nº 2, op. 22), un paso a dos que entonces bailé con Alicia Díaz. Esta obra la pasé al repertorio de mi primer grupo, que hice cuando dejé la compañía de Pilar. La última representación que hice con el Ballet de Pilar López fue en el Royal Albert Hall de Londres en 1961.

    En mis estancias en Madrid, frecuentaba la escuela de Antonio Marín y Rafael de la Cruz, un sótano que hay en Vara del Rey, en el Rastro. Allí veía a Emilio de Diego, a Güito. Marín era un buenísimo bailaor que tuvo un accidente y le faltaban las dos piernas. Peru su hija repetía las indicaciones del padre. Ahí monté el mirabrás.

    Tras nueve años junto a Pilar López, nunca dudé en reconocer que me había formado como bailarín y como persona, ya que me había enseñado que lo importante en el baile no era ser mejor que los demás, sino mejor que uno mismo.

    En aquella época yo estaba preocupado por aprender de otros maestros, tal que la escuela bolera de Alberto Lorca, el zapateado con El Estampío, la farruca con El Gato o la jota aragonesa con Pedro Azorín.

    En el año 1961 pensé que había concluido un ciclo en mi vida artística, un ciclo de aprendizaje, por ello decidí dejar el Ballet Español de Pilar López e independizarme, formar mi propio grupo y seguir aprendiendo en otros lugares. Me trasladé a Italia y a Francia donde tuve la oportunidad de continuar mi periodo de formación.

    La historia del soldado.