Me iré como el viento

2000-2004

Antonio Gades se retira de los escenarios: Haciendo Fuenteovejuna en el Lope de Vega de Madrid. Era el protagonista, un chico joven, y tenía que ir al rio a recoger a la chica, que estaba lavando. Me arrodillaba, jugaba con ella, me levantaba. Un día sentí un ruido horroroso en las rodillas. Y cuando me levanté le dije: tengo edad para comprarte una lavadora y ponerte un piso, pero no para venir al rio. Y ya no bailé más. En las últimas giras de la compañía, su papel en Carmen, Don José, y en Fuenteovejuna, Frondoso, los baila, con gran éxito, José Manuel Huertas.

El Ballet Nacional de España, bajo la dirección de Aída Gómez, propone en 2001 montar Fuenteovejuna. Antonio se implica en el proyecto que comienza siendo ya directora Elvira Andrés, repetidora de Fuenteovejuna y miembro de su Compañía desde los años ochenta. Durante el montaje conoce a la que fué su esposa, Eugenia Eiriz, con quien compartió los últimos años y junto a quien luchó valientemente contra un cancer al que le costó mucho segarle la vida.

Durante los meses en que el pueblo español se opone a la guerra de Irak, Antonio afirma: Yo, contra la opresión, contra la falta de libertades, contra todo lo que sea injusticia, firmaré siempre. No tenemos otra alternativa que soñar, seguir soñando, y soñar, además con la esperanza de que ese mundo mejor tiene que ser una realidad, y será realidad si luchamos por él. El hombre no puede renunciar nunca a las utopías. Es que luchar por una utopía es, en parte, construirla. No hay nada más triste que un niño pidiendo limosna o un pueblo sin dignidad. La lucha por la paz es la causa más importante a que uno puede dedicarse, pues es para bien de todos. ¿Por qué esta guerra?, ¿Por qué nos dejamos humillar? ¿Por qué soportamos la matanza, el humo, la sangre, el viento, la arena? Y nosotros gritando, si nos dejan señores presidentes, ¿Cómo se ve la sangre desde lejos, cómo huele la sangre desde lejos, cómo huele la carne quemada desde lejos, cómo no se acercan a los pueblos y, desde lejos, dejan de mirarnos?

    Es bien sabido que Gades estuvo a vueltas con El Quijote durante muchos años. Sin embargo desde que hizo Fuenteovejuna siempre tuvo miedo a que El Quijote se pareciera mucho a la que fue su última obra. Cuando me han preguntado para cuándo otra obra, yo que tengo fama de lento y lo soy, les contesto que no hay prisa, pues tengo todo el pasado por delante. He sido un hombre de teatro que he utilizado el baile como forma de expresión. Nunca avise que llegaba, ni dije que me iba. Ante algunas propuestas sobre este ballet decía «Me parecería una inmoralidad poner El Quijote en los teatros sólo para ganar dinero.» Parir un ballet fue siempre para Gades un gran dolor, fruto de años de recapacitación, estudio y preparación, lo que le hacía cuidar todos los detalles.

    En 2003 cruza el Atlántico por segunda vez, en su velero LUAR 040. A su regreso comienza a dar vueltas a un proyecto que había propuesto a Gonzalo Suárez: llevar al cine Fuenteovejuna. Comienza a esbozar sus ideas con la colaboración de Faustino Núñez. Pero la enfermedad sigue su curso: ‘Por si a alguien le puede servir mi experiencia, después de salir de todas estas operaciones y de vivir lo que he vivido, me doy cuenta de lo absurdo que es seguir empeñado en que te aplaudan cuando ya no es tu hora. Mejores teatros no voy a pisar, y veo gente que quieren seguir siendo los mismos que bailaban cuando tenían 20 años, y me doy cuenta de que se están perdiendo la vida. Se están perdiendo la vida, porque esa ambición es una enfermedad. Pero bueno: ¿Por qué se pone usted así? ¿por qué tiene usted que escribir una novela todos los meses? Yo ya no juego con nada. Ni con las mujeres. Ni con la amistad. Ni con las ideas políticas. La verdad, hay pocas cosas que me puedan dar un disgusto. Es la conciencia de que tú has navegado y has marcado tu vida y que tu vida es ésta. Sí, he llegado a Itaca.

    Antonio Esteve Ródenas, para el arte Antonio Gades, se fue un 20 de julio del año 2004, rodeado de su familia. Se fué como él siempre quiso, sin hacer ruido, pero llevando las riendas de su despedida tal como llevó las de su vida.

    Su espíritu y su obra vivirán para siempre.

    Cuando la desaparición de la Unión Soviética, Gades reiteró su identificación con Fidel y nombró a sus hijas Tamara y Celia, “por su amor a Celia Sánchez y Tamara Bunke”. Adicionalmente homenajeo a Cuba simbolizada en la inolvidable Celia, heroína de la Sierra, a quien dedicó el ballet Fuenteovejuna, que escenificó en la isla siempre sin cobrar nada. No es por azar que su última voluntad, desde su lecho de muerte y en una hoja timbrada del hospital fue que se enviasen sus cenizas a su amigo Raúl Castro:

    “Madrid, 14 de julio del 2004

    Querido compadre Raúl:

    Quiero decirle que mi mujer Eugenia y mis hijas María, Tamara y Celia, según mi última voluntad le entregarán mis cenizas. Haga con ellas lo que usted crea conveniente.

    Jamás pensé tener el honor de llegar a ser su Compadre, pero desde que le conocí siempre estuvo dentro de mí por su firmeza, su ejemplo de verdadero comunista y su fidelidad a nuestro Comandante.

    Quiero que sepa que lo único que siento es no haber hecho más por la Revolución.

    Viva nuestro Comandante, Viva Raúl, Viva nuestro Partido Comunista de Cuba.

    Abrazos para Colomé y para toda la familia, en particular uno muy grande para Vilma y para Usted. Siempre a sus Ordenes”.

    Cuando un amigo se va/algo se muere en el alma. Pero sus restos descansarán eternamente en la tierra que amó.