Cuba no es una aventura, es el puerto de mi vida.
La avalancha de éxitos obtenidos en la etapa con Carlos Saura y el hecho de que dos mujeres tan importantes en su vida como Cristina Hoyos y Pepa Flores ya no estén con él, fuerzan a Antonio, extenuado en la carrera, a retirarse del baile y disuelve la compañía. Con Daniela Frei, de quien se separará en 1993, vive en tranquilidad, navegando y siempre navegándole la idea de volver.
Creo que cuando un artista crea algo, se agota completamente. Cuando yo hago por ejemplo un ballet, me quedo vacio. Necesito después descansar, necesito leer algo nuevo, ver cuadros nuevos, escuchar otra música, es decir tener otras impresiones antes de poder crear algo nuevo.
El mar me gusta desde que tenía tres años y lo vi por primera vez. Era invierno y me llevó mi madre a la playa, en Valencia. Me atrajo y me metí en el agua con abrigo y todo. Con la vida y la mar hay que saber quererlas, acariciarlas, sentirte parte de ellas, pero siempre tratándolas con respeto. La diferencia entre la vela y el motor es algo así como si te vas a la montaña con una rulote, o lo haces con una mochila y saco de dormir.
En 1992 Antonio decide realizar el sueño de todo marino español, cruzar el Atlántico. Partiendo de Altea llega a La Habana. Cuba no es una aventura, es el puerto de mi vida. Cojo el barco y al entrar por cualquier puerto me siento bien, me siento un hombre que forma parte de la naturaleza.
Teatro Federico García Lorca
C. Ramon y Cajal, 22,
28902 Getafe, Madrid
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